Ramón Falsone Fernández-Olascoaga, nació en Bermeo, región
de la Vizcaya, España, el 2 de septiembre de 1917. Descendiente
de una familia de abogados florentinos, su padre
Torello Falsone Boada, casa con una joven española, Damiana
Fernández Olascoaga, la cual conoció durante un viaje a España.
Abogado e Ingeniero Químico, se radica después en Barcelona
y aquí desarrolla y patenta una gran diversidad de
inventos en su mayoría relacionados con las primeras aplicaciones
industriales de las materias plásticas.
Ramón, el último de seis hijos de este hogar, cursa estudios de
primaria y secundaria en Barcelona. A los 14 años desempeña
su primer empleo como publicista en la Cinematografía Nacional
Española, mientras da continuidad a sus estudios por la
noche en el Liceo Francisco Verdaguer. En la desbordante
fogocidad de su adolescencia se entrega a una serie de disciplinas
muy variadas: el fútbol, la pelota vasca, el alpinismo, el
ciclismo, la gimnasia. Se afilia a los equipos del “Barcelona” y
“Deportivo Español”.
En 1936 estalla la guerra civil española. Ramón Falsone, con
apenas 19 años, no vacila en enrolarse como voluntario en las
filas que defienden a la República Española. De este modo, se
incorpora a la columna de infantería Macía Companys, dentro
de la cual participa en los frentes de Aragón, Barbastro, Siétamo,
Alcañiz. Después de dos meses de operaciones, es ascendido
al grado de Sargento. En enero del 37 ingresa a la Escuela
Popular de Guerra de Barcelona de donde egresa en julio del
mismo año con el grado de Teniente. Sin pérdida de tiempo se
le destina al Batallón Disciplinario N° 1, con el cargo de Capitán
de la compañía de Armas, en el Castillo de Montjuich.
Enviado de nuevo al frente de Aragón, participa en numerosos
combates y asciende, por méritos de guerra, al grado de
capitán. (1)
El último día de la guerra, 14 de febrero de 1939, al mando del
Batallón Disciplinario N° 1 de la 31 División de Infantería,
pasa a Francia por la Tour de Carole, en el Dpto. de los Pirineos
orientales. Recluido en el Campamento de Mazères
(Ariège), logra salir de este lugar gracias a las gestiones del
Gobierno Vasco en el exilio y enviado al campamento de Gurs
donde se le designa Comandante de un islote. El 2 de septiembre
de 1939 Francia se declara en guerra. Falsone es movilizado
en un Batallón de Marcha que se dirige hacia
Dunkerque para defender la ciudad sitiada por los alemanes.
Evacuado después hacia Montreuil-Bellay en el Dpto. de Maineet-
Loire, realiza numerosos trabajos de construcción: puentes,
ferrocarriles, canales, etc. El avance de las tropas alemanas le
obliga a retroceder hacia el sur de Francia y es internado de
nuevo en el Campamento de Argelès sur-mer donde se
desempeña como Comandante de la Compañía de Depósitos
N° 218. En 1941 es enviado a Vernet-les-Bains en el Departamento
de los Pirineos orientales para socorrer a los damnificados
por las graves inundaciones provocadas por el deshielo
del río Canigou. En esta ciudad conoce a María Redondo, hija
de un General español, Carlos Redondo. La unión de la reciente
pareja se efectúa casi inmediatamente. Nueve hijos nacerán
de este matrimonio, de los cuales cuatro mueren en
Vernet como consecuencia de la guerra. Una misión de Jefe
de Convoy para la organización TODD lo conduce a Lorient,
en Bretaña. En el campamento de Lorient, entra en contacto
por primera vez con la resistencia francesa y contra la ocupación
alemana. Le encargan, entre otras cosas, la peligrosa misión
de hacerles entrega de su Cédula de Identidad a personalidades
importantes detenidas en este lugar, para facilitar su
evasión. De hecho él se evade de Lorient para encontrarse de
nuevo con su familia en Vernet-les-Bains de donde tendrá
que huir rápidamente ante la llegada de la temible Gestapo.
Refugiado en Toulouse, trabaja en la Base aérea de Blagnac,
todavía por cuenta de la organización TODD. Allí toma de
nuevo contacto con la Resistencia quien le da la orden de
marcharse a Portbou y Cerbère, donde participa en los trabajos
de fortificación de la Costa. De vuelta a Vernet-les-Bains
como miembro activo de la Resistencia, implementa una red
de captación destinada a ayudar a las personas designadas que
deben pasar clandestinamente a España para su seguridad.
Finalizada la guerra, Ramón Falsone continúa viviendo en
Vernet con su familia hasta 1957. Durante ese tiempo asume
variados oficios que lo mantienen en actividad constante, como
agricultor, leñador, maestro de escuela, instructor de educación
física y minero de fondo, labor que desempeñará durante
diez años. (2)
En 1957 decide viajar a Venezuela para reunirse con sus hermanos
ya establecidos en Caracas. Su amistad con el Cónsul de
Venezuela en Marsella, el señor Alberto Machado, permite la
realización de su propósito. En Venezuela pone en práctica
sus experiencias, ya como constructor, ya como especialista
en explosivos. De esta manera, participa en la construcción
del Túnel de la Trinidad y de la Represa del Caroní. En 1958 se
asocia con sus hermanos para fundar lo que más adelante se
convertiría en el muy famoso Gimnasio Battalino, el primero
en su estilo en Caracas, concurrido por distinguidas personalidades,
entre las que se cuentan: Arturo Uslar Pietri, Guillermo
Machado, Frank Conde Jahn, Mariano Arcaya, con quienes
mantendrá siempre grandes lazos de amistad. En ese mismo
año son expropiados los terrenos del Gimnasio, hecho que lo
obliga a emplearse en otros menesteres. A esto hay que agregar
la llegada de su familia, procedente de Europa. Cuentan
con cuatro hijos. Sólo uno nacerá después en el país. Varios
Colegios de Caracas le ofrecen empleo como profesor de Educación
Física: el Champagnat, el Colegio Fátima y Colegio
Francia. Se quedará con este último, gracias al apoyo que le
brinda su Director de entonces, el Reverendo Padre Oré, y a
la generosidad y amplitud de las Comunidades educativas, de
las secciones francesa y venezolana. Entregado de lleno a las
actividades deportivas, organiza la Asociación Deportiva
Guynemer con lo cual impulsa, dentro y fuera del plantel una
amplia gama de disciplinas deportivas, como lo fueron, el fútbol,
el futbolito, básquet, handbol, voleibol, atletismo, gimnasia...
El “Profe” o el “Viejo” como cariñosamente le llamaban sus
alumnos, logró avivar en el corazón de varias generaciones la
llama del entusiasmo que todo joven guarda en lo más profundo
de su ser no tan solo para cosechar innumerables trofeos
en todos los campos deportivos de la Capital, sino también
para ejercer un papel relevante de educador y orientador
de juventudes “como nadie logró hacerlo en el Plantel”, según
palabras del P. Duval, gracias a sus altas cualidades profesionales
y humanas.
Apenas se vislumbraba la puerta de su modesta oficina,
escondida tras un frondoso árbol que en temporada húmeda
hacía retumbar un coro de chicharras ávidas de su dulce
savia. Detrás de su viejo escritorio, donde se amontonaban en
legendario desorden papeles y carpetas de todos los tamaños,
su figura jovial irradiaba una franca simpatía, una amistad
comunicativa que los estudiantes buscaban durante los cortos
recreos como aliento renovador y vivificante. Entre afiches
deportivos, trofeos de todas las formas y tamaño, fotos, cuadros,
aparecía clavada sobre la pared de enfrente, la “frase de
la semana”: suerte de leit-motiv, o moraleja, siempre ligada a
circunstancias del momento. Extraídas de algún libro, o propuestas
por los alumnos, muchas inventadas, estas reflexiones
con el correr de los días llegaron a constituir parte de su
dinámica existencia. Dentro de su gran modestia el “Profe”
también quiso resumir su vida en una de esas frases de la
semana: “Es necesario dejar una huella como testimonio de
que se pasó por este mundo”. Efectivamente, en el caso Falsone,
las huellas quedaron, firmemente arraigadas en el ejemplo, en
la constancia y en la superación permanente como faros encendidos
que servirán de guía a los jóvenes de hoy y de mañana.
El “Profe” se retira del Colegio Francia después de haber realizado
una ingente labor, cuando su salud y su fuerza comenzaron
a resquebrajarse. Muere en la mañana del 24 de diciembre
de 1988.
Janine Vigas
Fernando Maillet
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